Cuando Loris Malaguzzi habla de los cien lenguajes, habla de una metáfora que pretende establecer relaciones entre aquellas potencialidades que tienen el niño y aquellas que se le roban.
“el niño está hecho de cien, el niño tiene cien lenguajes…cien mundos por descubrir, cien mundos por inventar”, “pero le roban 99..”
La escuela día a día introduce a los niños a un mundo demasiado escolarizado, donde el adquirir contenidos teóricos es lo más importante, olvidándose del juego, del vínculo y lo emocional.
“cuanto más hay en la mochila, menos hay en la cabeza”
La pedagoga Reggiana hace referencia a tres tipos: el vínculo consigo mismo, con el otro y con el entorno (el ambiente debe ser estimulante, dar libertad y placer a los cien lenguajes). Por ejemplo: Hoyuelos menciona que los “Retroproyectores que motivan el juego de sombras, que es un modo de vínculo con el ambiente, con ellos mismos, los otros, y de expresión de sus cien lenguajes; así también las computadoras que conocen por dentro y por fuera (las usan y las abren para descubrir sus piezas)”.
Es por ello que los cien lenguajes son necesarios de tener presente en la realización del proceso de enseñanza-aprendizaje para lograr un respeto integral del niño o la niña.
“Le dicen: que el juego y el trabajo, la realidad y la fantasía, a la ciencia y la imaginación, el cielo y la tierra, la razón y el sueño, son cosas que no van juntas.
Y le dicen: que el cien no existe
El niño dice: en cambio el cien existe".
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