domingo, 10 de julio de 2011

CARTA DE LOS TRES DERECHOS

Los derechos de los niños.

Los derechos de los niños consisten en ser reconocidos como sujetos de
derechos individuales, jurídicos, civiles, sociales; portadores y constructores de
su propia cultura y por lo tanto participantes activos en la organización de sus
identidades, autonomías y competencias por medio de acciones e
interacciones con sus coetáneos, con los adultos, las ideas, las cosas, los
acontecimientos verdaderos e imaginarios de mundos comunicantes.
Todo esto, por una parte, sanciona premisas fundamentales para llegar
a una más alta condición de ciudadanía del individuo y de sus relaciones
interhumanas, y por otra, acreditar a todos los niños y a cada niño de sus dotes
y potencialidades naturales, extraordinarias en riqueza, fuerza y creatividad que
no pueden ser ignoradas ni defraudadas puesto que podrían ser causa de
sufrimiento y empobrecimiento, a menudo, irreversible.
Por estas razones, los niños tienen derecho a realizar y desarrollar todas
sus potencialidades valorizando las capacidades de socialización, recogiendo
afecto y confianza y respondiendo a sus deseos y necesidades de aprender:
tanto más si vienen respaldados por una eficaz alianza con los adultos
dispuestos a prestar ayuda, privilegiando más que la transmisión de saberes y
habilidades, la búsqueda de estrategias en la construcción del pensamiento y la
acción.
Esto último es lo que contribuye a formar inteligencias creativas, saberes
libres, individuales reflexivas y sensibles mediante ininterrumpidos procesos de
diferenciación e integración de si mismo al “otro” y a las otras culturas.
Que los derechos de los niños sean los derechos de los otros niños es la
dimensión valórica de una más plena humanidad.




Los derechos de los profesores.

Los derechos de los profesores y de los operadores de cada escuela
tiene que ver con la contribución a elaborar y profundizar los marcos
conceptuales que definen contenidos, objetivos y práctica de la educación,
mediante confrontaciones francas y abiertas entre ellos y quienes supervisan el
proceso educativo y los organismos de gestión social en sintonía con los
derechos de los niños y de los padres.
Se propicia la coparticipación en la selección de metodologías
adecuadas, de didácticas proyectos de observación e investigación, de
vivencias, de procesos autoevaluativos y de capacitación profesional, de
iniciativas culturales, tareas de gestión social y finalmente, de problemas
relacionados con la organización de los espacios y trabajo.
Esta red de colaboración y de interacción múltiple que se sostiene
gracias a la contribución de ideas y competencias de cada uno y de todos,
siempre abierta a la actualización y a la experimentación, se contribuye en un
modelo de interacción educativa, de cultura y de vida. un modelo que no solo
refuerza los roles de la escuela y de la familia sino que además, renueva y
refuerza profundamente las formas sociales de construcción y reconstrucción
de los saberes presentándose ante los niños como algo muy vivo y estimulante,
preferentemente integrable a las necesidades y deseos de su mundo de
relaciones y de apropiaciones cognitivas.
Para los profesores, y cada uno de ellos, se constituye en una
oportunidad de integración dialógica, de confrontación de ideas y de
experiencias, lo que permite el enriquecimiento de los instrumentos de
valoración y juicio ético profesional.



Los derechos de los padres.

Los derechos de los padres son de participación activa, con libre
adhesión a los principios estatuarios en las experiencias de crecimiento,
cuidado, formación de los propios hijos confiados a una institución pública.
Nada de delegar ni de autoretraerse.
Muy por el contrario, se propicia la presencia y el rol participativo de los
padres, avalados por nuestra larga tradición institucional que se ejerce a través
de una fuerte e insistente solicitud por parte de la escuela hacia los padres
porque es sabido cuan buenos resultados se pueden obtener en relación a la
seguridad y serenidad de los niños, si se cuenta con la colaboración de las
familias y por otra, gracias al establecimiento de una red comunicativa que
conduce a un verdadero y reciproco conocimiento y a una mayor y provechosa
búsqueda compartida sobre modalidades, contenidos y valores para lograr una
más eficaz educación.
Para otra parte, los padres son jóvenes en su mayoría, de diferentes
ocupaciones, madurez y cultura y, de diferentes proveniencias étnicas, están
todos en conflicto existencial, aproblemados por los costos de la vida, las
dificultades de sus obligaciones, los miedos a la soledad, las inquietudes por el
incierto futuro y todos con una gran necesidad de contar, hablar, discutir y
reflexionar sobre sus problemas sobre todo en lo que se relaciona con los
temas del crecimiento y educación de sus hijos.
Si la escuela y sus padres convergen hacia una cultura de colaboración
interactiva, opción racional y ventajosa para todos porque todos buscan
experiencias significativas y con mayor sentido, entonces podría entenderse
cuanto difícil y errada es la pedagogía de la autosuficiencia y de la prescripción
siendo en cambio amiga y fecunda la pedagogía de la participación y de la
investigación.
Participación e investigación son, en efecto, dos términos que sintetizan
en gran parte la concepción general de nuestra teoría educativa toda vez que
señalan los mejores requisitos para encaminar y sostener la realización del
acuerdo cooperativo entre padres y educadores con los valores agregados de
la perspectiva educativa de los niños.




Loris Malaguzzi

No hay comentarios:

Publicar un comentario